Friday, March 9, 2012

Afectos perdidos

Rafael Barraza
Twitter: @barraza123


Según el diccionario de la real academia el afecto es la inclinación hacia algo o alguien; de tal manera que podemos sentir afecto por un amigo, un familiar, una mascota, un libro, una marca de carros, en fin podemos sentir afecto por todo y por todos (ojo que podamos no quiere decir que lo hagamos).

Sentimos afecto por nuestra familia, porque ellos son el primer vínculo social que conocemos, con ellos crecemos, reímos, lloramos, pasamos buenos y malos momentos. Por los amigos sentimos afecto, en ocasiones más que por un familiar, porque a diferencia de la familia, a éstos los elegimos para que formen parte de nuestra vida, los amigos son nuestros confidentes, cómplices y compañeros de aventuras; llegando a convertirse en miembros honorarios de la familia. A las mascotas les tenemos afecto, porque nos hacen compañía, siempre están cuando nos hacen falta, y dependiendo de la mascota, incluso nos ayudan y protegen. Por otro lado, el afecto que sentimos por las cosas materiales, se debe a nuestras preferencias, o a que nos evocan un recuerdo, ya sea que alguien nos las regaló, o bien la circunstancia en que las obtuvimos, o simplemente que por alguna razón las relacionamos con algo o alguien. Sentimos afición también a hacer ciertas cosas, como leer, ver películas, viajar, hacer ejercicio, etc.

Pero las aficiones o afectos no son los mismos por siempre, a lo largo de nuestras vidas van cambiando nuestros gustos y por ende nuestras aficiones, de niños podríamos haber aborrecido el ejercicio y de grandes tomarle el gusto (también ocurre a la inversa). O bien de niños pudimos desconocer el teatro, pero en la adolescencia conocerlo y tomar gusto por él. Con el afecto que sentimos hacia las personas pasa lo mismo, un día podemos sentir animadversión por alguien y al siguiente sentir afecto, o conocer a alguien por quien sentiremos afecto, o como dijimos podemos un día sentir afecto por alguien y después ya no sentirlo.

¿Qué nos lleva a perder un afecto? En el caso de una persona, puede deberse a que nos sintamos defraudados por ella, a que perdamos la confianza, o bien que dejemos de tener esas cosas en común que en un principio nos acercaron. Cuando esto pasa no importa la historia que hayamos compartido, podrán haber existido muy buenos momentos, pero el afecto es algo que se gana, algo que se cultiva y que se debe cuidar. El afecto entre las personas se basa en el respeto, la confianza y en las aficiones compartidas. Los dos primeros van de la mano, y cuando estos se pierden es muy difícil mantener o recuperar el afecto. Habrá a quien le demos más oportunidades quizá, pero tarde o temprano, si estos dos no se recuperan, las oportunidades terminaran por agotarse. Por los bienes materiales, por otro lado, perdemos el afecto, ya sea porque dejan de servir, o porque perdemos el afecto por la persona a la que los relacionamos. Hay ocasiones también, en las que si bien no perdemos el afecto, preferimos alejarnos de la fuente del mismo, porque nos lastima o produce algún daño. Estos casos también deben considerarse como la perdida de afecto, pues a final de cuentas no disfrutamos del mismo.

¿Qué hacer cuando perdemos un afecto? Desde mi punto de vista jamás hay que olvidarlos del todo, porque incluso hasta los afectos más nocivos nos dieron cosas buenas ¿Lo dudan? Por lo menos nos dejaron el aprendizaje de que ése era un afecto nocivo del cual debíamos alejarnos. En caso de que perdamos el afecto por alguien, me parece aun más absurdo tratar de olvidarlo, finalmente ese alguien compartió parte de nuestras vidas, y no podemos olvidar parte de nuestra vida así como así, además  vivimos algunos buenos momentos con esta persona (no se puede sentir afecto, por alguien que no nos dio aunque sea un buen momento) ¿Hay que recordarlo todo? Sí, lo bueno y lo malo (sobre todo lo bueno, claro está), lo bueno hay que recordarlo principalmente porque estos son los momentos que le dan sentido a la vida, son los momentos que nos recuerdan porque vale la pena vivir, esos que de sólo recordarlos nos sacan una sonrisa. Y lo malo pues hay que recordarlo, porque es lo que nos deja los aprendizajes más profundos, lo que nos devuelve a la realidad, y lo que nos permite crecer.

Afectos y aficiones habrá muchos en nuestras vidas, así pues disfrutemos los que tenemos, y de vez en cuando, por qué no, recordemos los afectos perdidos.